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Feministas o femeninas |
Si pudimos enviar un hombre a la luna ¿por qué no enviarlos a todos? Éste es uno de los múltiples chistes que se encuadrarían dentro de los llamados "chistes feministas" en los que se pone de relieve lo malo y perverso que puede ser el varón para reafirmar la figura de la mujer.
No resulta fácil definir el feminismo, algunos de forma general lo definen como el conjunto de ideas y de actividades defensoras de la igualdad de ambos sexos. Esta definición parte del hecho de que el hombre y la mujer son iguales y que han de luchar por ello sobre todo la mujer que parece haber sido relegada a un rol secundario en el desarrollo de la historia de la humanidad. Es evidente que existen diferencias entre el hombre y la mujer partiendo por las diferencias somáticas, pero no solamente en este sino que también en otros ámbitos se dan estas diferencias que no implican la necesidad de establecer una relación superior-inferior. Ya Platón puso en evidencia estas diferencias e intentó dar una explicación de las mismas en el mito del andrógino. Sin dejar de reconocer y agradecer los logros obtenidos por los movimientos feministas en cuanto al reconocimiento de la mujer en diversos ámbitos en los que venía siendo discriminada resulta curioso cómo algunas mujeres justifican el feminismo como el modo de liberarse del yugo impuesto por el hombre durante siglos. Parece que el feminismo tuviera necesidad del machismo para definirse a sí mismo por contraposición. Aunque pueden encontrarse algunas manifestaciones feministas con anterioridad, las opiniones favorables a la integración social de la mujer comenzaron a cobrar cierta importancia en los ambientes liberales del siglo XVIII. Así, algunos pensadores ilustrados, entre los que se distinguió Condorcet, defendieron la igualdad entre los sexos; en el fragor de la efervescencia de la Revolución Francesa, Olimpia de Gougues, en paralelo a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, redactó en 1791, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana; Germaine Staël dirigió una cadena de publicaciones feministas; etc A pesar de este ambiente, cuando en 1793 un grupo de mujeres presentó una propuesta a la Convención Republicana, exigiendo la igualdad de derechos, los representantes del pueblo rechazaron esta petición y, pocos años más tarde, el Código de Napoleón consagró la muerte civil y política de la mujer, declarándola incapaz legal y sometiéndola, según los casos, a la autoridad del padre, del hermano o del marido. En el siglo XIX, reaccionando contra el ambiente creado por el código napoleónico los movimientos feministas se intensificaron y se organizaron: en Inglaterra Lydia E. Becker fundó el Diario del Sufragio Femenino; en Francia, Olimpia Andouard, Noemi Reclus y otras establecieron numerosos clubs y periódicos feministas; en España destacan las actividades de Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal En el siglo XX durante la Primera Guerra Mundial, debido a que numerosas mujeres se incorporaron a las fábricas en sustitución de los hombres, llamados al ejército y a que muchas otras se movilizaron como agentes informativos o para asistir a los heridos y prisioneros, la causa femenina recibió gran promoción. Después de la guerra, diversas asociaciones feministas se integraron en el Comité de las Organizaciones de Mujeres, cuyos objetivos fundamentales consistieron en la abolición de la prostitución, la enseñanza de las jóvenes, las condiciones del trabajo femenino y la conquista de los derechos políticos. Y así, en 1918 , Inglaterra fue la primera nación que estableció el voto femenino, EEUU lo hicieron en 1921 y poco después este derecho se ha establecido en más naciones. En 1949 la filósofa francesa Simone Beauvoir, publica el libro Le deuxième sexe. Este libro ha ejercido una enorme influencia en la evolución de las ideas feministas y significa no solo un nuevo impulso a las tradicionales reivindicaciones, sino el surgimiento de otras nuevas de carácter más revolucionario y radical. Afirma que no ha sido la naturaleza la que ha establecido y limitado las actividades femeninas sino un conjunto de prejuicios, costumbres y leyes tendenciosas que es preciso eliminar. A lo cual añade que la liberación de la mujer comienza por su vientre proclamando la independencia entre relación sexual y procreación. Sí pretendemos basar el feminismo en la afirmación de que "la mujer tiene que ser igual al hombre en todo" ¿no estaremos elevando al varón a la categoría de modelo a seguir y por tanto considerándolo superior a nosotras? Pareciera que para afirmarnos como mujeres tenemos que demostrar que somos capaces de hacer tal o cual cosa igual que el varón, privamos a nuestra sociedad de los aportes de la feminidad que solo nosotras podemos aportar. Aquello que estamos criticando tratamos de imitar consiguiendo en la mayoría de los casos una caricatura grotesca de lo que significa ser mujer. La liberación de la mujer no pasa tanto por el hecho de que se libere de los roles que tradicionalmente ha desempeñado como por la lucha para que estos roles sean reconocidos y tengan la misma dignidad que otros que tradicionalmente se han atribuido a los varones, en los distintos ámbitos de la sociedad y también en las leyes, sin dejar de lado las retribuciones económicas.. No encuentro razón por la cual sea más importante diseñar un maravilloso satélite artificial que "mecer la cuna" donde duerme tranquilo sabiéndose cuidado por su madre, el hombre que en el futuro diseñará ese satélite. ¿Acaso ser mujer no es tan bueno como ser varón?. Si la respuesta es afirmativa ¿por qué nos empeñamos en imitarlo y luchar por conseguir lo que él tiene de suyo olvidándonos de profundizar en lo que tenemos de nuestro y que si nosotras no aportamos no lo va a aportar nadie? En lugar de destacar y profundizar en lo que es propio nuestro como mujeres lo ahogamos y tratamos de suprimirlo atentando contra nuestra propia naturaleza de ser mujer, (la liberación de la mujer comienza por su vientre). ¿Acaso no encontramos interesante vivir nuestra aventura de ser mujeres como para andar copiando paradigmas que no son los nuestros, vistiéndonos con trajes que no se nos acomodan?. Mirándolo en términos de eficiencia, ¿no resulta más eficiente que empleemos nuestros recursos para obtener un mejor rendimiento en aquello para lo cual estamos más capacitadas? Si no se me dan bien las matemáticas puedo empeñarme en ser ingeniero civil y tal vez lo consiga pero ¿realmente fue buena la inversión? ¿mereció la pena el esfuerzo solo por el gusto de demostrar que yo también puedo ser ingeniero? Las mujeres tenemos una responsabilidad, ante nosotras mismas, ante nuestra familia y ante la sociedad y es precisamente la de ser mujeres, la de aportar aquello que nos caracteriza como mujeres y para poder hacerlo es preciso que lo sepamos valorar sin pretender negociar con los talentos del otro entre otras cosas porque los que tengo me bastan y me sobran para llevar adelante el negocio que tengo entre manos: En definición aristotélica, la vida lograda a través de un actuar excelente. ¿Feminista? Mujer y a mucha honra. |
¿Qué es vestirse? |
Con la palabra vestido solemos referirnos a la ropa en cuanto vivida por alguien, asumida o hecha a una biografía particular; vestido es ropa apersonada o también, en el sentido rigurosamente literal de la palabra, in-corporada. El mito del hombre invisible, tan frecuente en el cine, es muy ilustrativo a este respecto. Cuando en la pantalla el personaje desaparece por arte de magia a todos nos parece lógico que lo haga vestido. ¿Por qué? Porque entendemos que su atavío forma parte de su visibilidad, lo suponemos integrado en la unidad total de la persona.
Por otro lado los términos “ropa”, “prenda”, “traje”, etc., que se refieren al vestido-objeto considerado aisladamente, no pueden emplearse de modo análogo y gradual: esta chaqueta siempre es la misma chaqueta; puedo usarla o no, pero nada más. En cambio el verbo “vestir”, con su participio “vestido”, se predica en grados e intensidades variadísimos. Según la elegancia del usuario y sus circunstancias una indumentaria “viste” más que otra, y su belleza, autenticidad y significado varían con la vida misma del que lo lleva. En este sentido no es igual de intenso, el vestido de mujer que el de varón, el de fiesta que el de trabajo, el de primavera que el de verano, el de joven que el de anciano, el de noche que el de día, etc. Esta intensidad variable del vestido viene dada por su referencia a la intimidad personal, entendiendo por intimidad la fidelidad a uno mismo o identidad interior. Vestirse es siempre, en efecto, vestirse de sí, por sí y desde sí. En cambio “ser vestido por otro” no da lugar a un verdadero vestido, como sucede con los animales de compañía y, en cierta medida, con el bebé. También está vestida “por otro” y “de otro” la fashion victim, y en este caso con evidente empobrecimiento ético. Me refiero al sujeto manipulado y gregario que sigue acríticamente los dictados de la moda. En esa misma medida su indumentaria no “le sale de dentro”, no es auténtica, aunque sea excelente su calidad técnica. La esencia del vestido, por tanto, hay de buscarla en esta misteriosa conexión entre ropa e intimidad; en este punto en que la ropa se hace al carácter, la edad, la cultura, la historia, en una palabra, el drama del individuo. Es una compenetración que no puede separarse del temple moral con que se afronta la vida. Quien se viste no puede evitar hacerlo en función de la persona que cree, o decide, o intenta ser. Es más, vestirse es una forma de llegar a serlo. A través del vestido la persona elegante se saca de dentro una versión cada vez mejor de sí mismo, más auténtica y depurada. El vestido se revela así un verdadero ejercicio de conocimiento propio y de superación interior, aunque también puede degenerar en poderoso instrumento de alienación: “si no vistes como eres acabas siendo como vistes”. Por todo lo cual resulta imprescindible la creatividad personal. Conseguir que el atuendo, el arreglo, el porte externo “hablen” de la intimidad, traduzcan a la persona, es tarea estética de la que nadie puede eximirse. Hay que poner en juego la inventiva, la imaginación, la sensibilidad, en una palabra, el arte. Y el arte de vestirse se llama elegancia. La persona elegante es la que capta el nexo que une su ser y su aparecer, nexo que es necesario reinventar incesantemente, pues la palabra esencial que es el cuerpo nunca acaba de pronunciarse. Intentarlo es la misión del vestido, cuya variación responde al carácter inagotable y excelente de la persona. |
De amistad y de lealtad |
Vivimos tiempos en que la amistad es un gran valor. Cada vez podríamos encontrarnos con menos amigos y de hecho nos encontramos frecuentemente con personas que están muy solas. Las prisas nos privan de tomar un café con los amigos o de quedar para hacer una salida. ¿Podría ser que una exagerada utilización del mail o del móvil enfriara el diálogo cara a cara y la comprensión de los sentimientos de los amigos, privándonos de un gran bien que necesita cultivarse y conservarse con cierto esfuerzo? Es de Aristóteles esta frase: "Algunos creen que para ser amigos es suficiente querer, como si para estar sano, solo hiciera falta desear la salud".
La amistad, ayuda a cualquier persona, ser sociable por naturaleza, a comunicarse y a perfeccionarse en compañía de sus amigos. Es una relación de reciprocidad donde especialmente la confianza juega un papel importante. En el hogar, nuestros hijos e hijas encontrarán el modelo para vivir sin estar aislados y para aprender a crecer y a madurar personalmente. La amistad es un compartir afectos, anima a darse y a dar, a recibir y a comprender al otro, no por pura simpatía, sino por el conocimiento que se fomenta con el trato. Para que entre padres e hijos se consiga una verdadera amistad es conveniente recordar: 1.- Procurar no ser dogmáticos y saber preguntar con delicadeza, sin herir la sensibilidad. 2.- Confiar siempre en lo que dicen y creer todo lo que nos explican. 3.- Saber corregir con suavidad, pero con la sinceridad que crea el vínculo afectivo de la relación padres-hijos. 4.- Aprovechar momentos de descanso para disfrutar juntos de las aficiones de los hijos. 5.- Que en la familia no se haga nunca ninguna crítica, ni juicio, ni murmuración de nadie. Recuerdo haber leído "el triple filtro" de Sócrates cuando le querían explicar algo de un conocido. Él preguntaba si reunía estos tres aspectos: la Verdad, la Bondad, y la Utilidad; cuando estas tres premisas no se daban, respondía al que quería explicar algo de otro: "− si lo que me quieres decir no sabes si es verdad, si es bueno o incluso útil, ¿por qué me lo quieres decir?" 6.- Enseñar con el testimonio como se acoge siempre a quien viene a casa: con amabilidad, con respeto. Que siempre estén abiertas las puertas del hogar de los padres para recibir los amigos y amigas de los hijos, aunque este hecho represente un trabajo añadido. En la adolescencia se debe tener especial cuidado por saber quienes son los del grupo de nuestro hijo o hija, por ser una edad muy influenciable. 7.- Que vean que sabemos perdonar si nos hemos sentido ofendidos. Agradecidos si nos han hecho un favor. Dispuestos a ayudar si alguien nos necesita. Que nunca utilizamos la amistad para recibir ningún privilegio. Dar ejemplo de desinterés, sino no seria amistad. Sugerimos a los jóvenes unos puntos para vivir la amistad: 1.- La lealtad es un elemento necesario para tener una amistad duradera y estable con una persona; un amigo es un tesoro, que se tendrá de cuidar y proteger. En el ámbito de la lealtad, se deben de considerar muy importantes: la defensa del buen nombre del amigo o de la amiga, la discreción para guardar las confidencias y el respeto para velar por su intimidad. 2- Comprender las ideas y los sentimientos de los demás. Se podrán tener amigos o amigas que no piensen igual que uno, pero cuando hay un afecto sincero se aceptan, si bien se hace un intercambio de pensamientos que animan a la mejora personal por las dos partes. 3.- Saber seleccionar a los amigos por su comportamiento. Un amigo que traiciona, explicando a los demás nuestros sentimientos, un amigo que busca la complicidad de compartir marihuana o alcohol, por ejemplo, no tiene las características del buen amigo, que normalmente se encuentra por intereses comunes de estudios, de deporte, de escuela y que comporta el requisito de la amistad: procurar el bien del otro. 4.- Tener la honestidad de saber guardar un secreto. La amistad siempre está basada en la confianza, que no se puede traicionar. 5.- Saber estar siempre junto a los amigos y amigas cuando lo necesitan. En definitiva, procurar siempre vivir el cariño, la generosidad, la humildad, la amabilidad, la puntualidad, la cortesía... ya que lo que interesa es preservar la amistad de contactos que la malogren. |
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La moda en el vestido refleja "el estado de ánimo colectivo de una sociedad", dice Irene Yung, directora creativa de ATTEX. El modo de vestirse de una mujer refleja también algo de su interioridad. Actualmente, las consumidoras sienten que las pasarelas de moda se han convertido en un espectáculo donde se exhibe algo distante y ajeno a ellas; no se reconocen en las modelos ni ven prácticos los vestidos que portan. Es decir, hay insatisfacción. "La búsqueda de una blusa que cubra el ombligo es extenuante", señalan las portavoces del descontento (Corriere della Sera, 28-08-2005). Muchas mujeres son conscientes de que las propuestas de la moda ya no son sinónimo de elegancia. A veces hasta las hace lucir poco atractivas y hasta vulgares. Suzy Menkes, directora de moda del International Herald Tribune, comparaba la semana de la moda que se celebra en Nueva York a un "circo de paparazzi". Sin embargo, todavía hay diseñadores que se empeñan por complacer a la mujer. Oscar de la Renta señala: "La gente siempre me pregunta qué actriz influye en mis diseños. La mujer que hoy me influye es la mujer que pasa por la calle. Son esas las personas cuyas necesidades y vidas hay que comprender" (Women's Wear Daily, 14-04-05). Esa tendencia se afianza también en la Cadena española Zara. Gigliola Curiel cuenta: "Pretendo pensar colecciones que ofrezcan diseños simples que puedan ser llevados desde la mañana hasta la noche". Varias empresas quieren que su personal vista de modo adecuado "para crear un ambiente de servicios financieros profesional y exitoso". En síntesis: pantalones planchados, camisas con cuello y chaquetas para los hombres, y blusas, camisetas lisas bajo chaqueta o saco, y falda o pantalones para las mujeres (The Daily Telegraph, 28-08-05). | |
Las carreras de Derecho más prestigiadas de México, piden a sus alumnos y alumnas que asistan vestidos de modo serio y elegante a los exámenes orales. La moda presenta imágenes, puede incluso sugerir la ilusión de una personalidad coherente, y por esta vía seducir al que vive una vida fragmentada; puede, tal vez, servir como un factor de integración social, especialmente para aquellas personas que carecen de una identidad definida –así se entienden los grupos de adolescentes vistiendo de la misma manera–, pero la moda, por sí sola, no puede proporcionar identidad en sentido estricto. Incluso el adolescente que se viste de una determinada manera para integrarse en el grupo sabe que lo que finalmente importa son los lazos de amistad que pueda entablar con sus compañeros. Significa algo Cuando Chesterton explicaba por qué consideraba que la sociedad sufría la maldición de la esterilidad y llevaba la marca del esclavo, simplemente afirmaba: "porque no puede crear una costumbre. Sólo puede crear moda" ("Ensayos", Porrúa, México D.F., 1985, p. 61). | |
Por su carácter destructivo, por su oposición a la costumbre y a lo que permanece, se desprende que toda ideología es "moda", en el sentido que le da Chesterton. En ese marco, la llamada "teoría" o "perspectiva" de género es, en realidad, una ideología, una moda, dado que no busca la verdad ni el bien común, sino simplemente la conquista de voluntades para utilizarlas con un fin específico. Es necesariamente ambigua y utiliza el engaño como medio imprescindible para alcanzar su finalidad. Esconde sus objetivos porque no puede decirlos abiertamente y pretende sostener que hay un sexo biológico, que nos es dado y que, por ende, resulta definitivo; pero, a la vez, toda persona puede "construir libremente su sexo psicológico o su género". Se trataría de un sexo construido socialmente en contraposición al sexo biológico; el primero, fruto de una "autoconstrucción libre de la propia sexualidad". Dios ha creado al hombre como varón y mujer, con igual dignidad y valor. Corresponde a cada uno aceptar la propia identidad sexual. A veces a las mujeres nos sucede lo que M.F. Sciacca decía: "Reflejamos la superficie de las cosas en lugar de reflejar en las cosas la profundidad de nuestro espíritu". |
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Cada año, el calendario civil ofrece una amplia gama de celebraciones, memorias, conmemoraciones y aniversarios que valen la pena ser recordados. Nacimientos insignes se suceden a recuerdos de batallas emblemáticas; unos días se celebra la vida, otros se tiene presente al enfermo; se homenajea al padre, a la madre, al niño. La mayor parte de esas fiestas vieron su luz gracias a esa inclinación natural humana al festejo, a la alegría, al reconocimiento de aquellas figuras que han aportado el don de sí mismas a la humanidad. Pero el recuerdo y el homenaje también se han tenido que convertir en denuncias que exigen la reflexión y el cambio. El día internacional de la no violencia contra la mujer es uno de esos días que no deberían existir en el calendario. La agilidad informativa ha propiciado un conocimiento mayor acerca de la situación actual que vive la mujer en sociedades de oriente y occidente. La violencia hacia ella no es algo nuevo. Los anales de la historia patentizan la barbarie de desigualdad y opresión a la que fue sometida durante siglos. La violencia aún perdura, si bien con distintos acentos, en algunas culturas puntuales. La violencia actual de la que es objeto la mujer no se reduce sólo a la dimensión del maltrato físico o verbal, si bien es el más visible e inmediatamente reprobable. Hoy por hoy perviven otros tipos de agravios, ofensas y humillaciones. En la cultura islámica, la mujer no ha podido encontrar el justo puesto que le corresponde como ser humano dotado de la misma dignidad que el varón; la no igualitaria paridad de oportunidades para el acceso a puestos públicos de gobierno, dirección empresarial, y aun a estudios o prácticas deportivas, no dejan de ser una forma de discriminación que clama una justa regulación que admita la aportación real y objetiva con la que puede contribuir la mujer. Huelga cualquier comentario respecto a la situación de repudio matrimonial que de ella puede realizar el hombre, o el utilitarismo pragmático al que se la somete al hacerla formar parte de un harem poligámico. | |
.En los países desarrollados o de culturas democráticas, la mujer tiene acceso al aparente liberalismo de paridades; es decir, se reconoce su igualdad respecto al hombre (derecho al voto, a ser elegida, prestaciones laborales, capacidad de posesión, etc.) pero a veces se la ha minusvalorado sutilmente, casi en silencio, al contribuir en la sociedad como persona dotada de una singularidad peculiar: ser madre y educadora nata. Para muchos ha dejado de ser vista como mujer para convertirse en objeto, en cosa; otro tipo de violencia que no puede pasar desapercibido. El reclamo social, a primera vista justo, hecho en las primeras décadas del siglo pasado, por parte de grupos feministas desembocó y degeneró en un nuevo tipo de violencia creciente: la de ver a la mujer como producto. Basta salir a la calle y ver los anuncios de cine, cosméticos, ropa, etc., donde la mujer ya no es valorada por lo que es en sí misma sino por lo que tiene o es capaz de adquirir. En una memoria como la que recordamos el día de la no violencia contra la mujer, no bastan sólo las denuncias; valen y cobran actualidad, sobre todo, las propuestas. Amén de las iniciativas jurídicas que puedan elaborar los legisladores para sancionar con rigor a quienes incurran en la violencia física contra las mujeres, se impone también una solución, no inmediata, que servirá como base necesaria para una conciencia que se esparza por el mundo e ilumine, como lo hizo hasta hace algunos siglos, las mentes de todos los hombres: feminizar la sociedad. Que la mujer aporte sus cualidades, dones y aptitudes sin miedo a ser ella misma, revalorizando sus inclinaciones naturales, alejada de toda mal interpretación de igualdad respecto al hombre que más bien le llevaría a fomentar una falta de aprecio hacia lo que le es propio. El llegar a ser madre y educadora de sus hijos no es incompatible con la práctica profesional. La mujer debe estar segura de que tiene mucho que aportar a la sociedad con todo el potencial que le es propio (sensibilidad, sagacidad, arrojo, valor, fuego, ayuda, acogida…) así como al núcleo familiar (la educación, la atención, el amor…). Nunca se entra por la violencia dentro de un corazón. La no violencia es un sí a la conciencia del valor de la mujer en sí misma y de su idoneidad, competencia y genio. Qué atinados aquellos versos de Lope de Vega:
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Cuando las expresiones de afecto no se corresponden con la relación real entre las personas, se banaliza el significado de los gestos. Si, por ejemplo, los novios se comportasen como esposos, se dificultaría la comprensión tanto del matrimonio como del noviazgo, falsificando la realidad de las relaciones interpersonales. Si hay amor verdadero lo demás no importa. Sin él, nada es suficiente. Si una persona tiene dos amores a la vez, hay doblez, pues el amor es exclusivo. Se pueden tener muchas amistades, pero amor verdadero solo uno. En la formación del carácter maduro y armónico, ocupa un lugar importante el dominio de las propias pasiones; lo que podría llamarse la educación de la templanza. En el mundo actual, dominado por el afán de placer, esta tarea es más necesaria que nunca. Algunos jóvenes no quieren negar nada a los ojos y al estómago, pero se niegan a escuchar a quien los quiere bien. Y se dejan arrastrar por los placeres que los degradan. No podemos dar rienda suelta a los deseos y gustos personales porque al final de ese camino se encuentra la tristeza y el aislamiento en la propia miseria. | ||||
Lo que se valora se cuida Se sabe que los hombres son más groseros que las mujeres, especialmente cuando están solos, pero las mujeres hoy en día les hacen la competencia. No es lo mismo grosería que insulto. La grosería no tiene la intención de ofender. Hay mujeres que aguantan que el hombre les diga majaderías y las insulte, porque ellas son débiles de carácter y –como temen perderlo– toleran lo que no deberían de tolerar. Son tontas, ciegas, soberbias. Cuando abran los ojos se darán cuenta que ese no era el camino de su felicidad, y podrán reemplazar la rabia y la confusión por la paz y la confianza, si hay ánimo de recomenzar. "El que tenga un amor, que lo cuida, que lo cuide ...", dice la canción. La castidad es la cualidad que custodia la dignidad del amor humano. Cuando la mujer o el hombre renuncian a pelear y se abandonan a la tiranía de los instintos, se rebajan a un nivel infrahumano. La castidad es imprescindible porque nos ayuda entender las delicadezas en el trato con los demás y a no pactar con nuestras miserias. | ||||
Aunque las modas no acompañen Los espectáculos televisivos y cinematográficos han puesto de moda la falsa idea de que la vida limpia está pasada de moda porque cuesta mucho trabajo vivirla. Es cierto que en ocasiones puede costar un poco, pero no hay que exagerar. Para una persona normalmente constituida, esa lucha suele ocupar un cuarto o quinto lugar. La castidad proviene del amor y de ordena al amor. La limpieza de vida se halla lejos de la sensualidad pero también de la insensibilidad. Para algunos vivir la castidad es algo incomprensible o quizá una utopía. Si la persona es consciente de su debilidad buscará la fortaleza en donde está, es decir, en Dios. La pureza no es la única virtud ni la principal pero sí es indispensable para la vida plena. Si alguna vez se cae, hay que levantarse en seguida, hay que reparar, de modo que esa derrota se transforme en victoria y en experiencia para no volver a caer. De otra parte, incluso las personas más pervertidas, si se arrepienten y purifican su vida pasada, pueden llegar a ser personas espléndidas a los ojos de Dios y de los demás. C.S. Lewis tiene una frase muy sabia que dice: "Cuando un hombre se va haciendo mejor, comprende con más claridad el mal que aún queda dentro de él. Cuando un hombre se hace peor, comprende cada vez menos su maldad" (Mero cristianismo, p. 108). |