jueves, 23 de enero de 2014


Vístete a la moda e ilumínala con tus valores

La moda es un fenómeno universal- en el tiempo y en el espacio porque es humano, “naturalmente” humano, y profundamente humano, escribe Rafael Alvira Catedrático de Filosofía de la Universidad de Navarra.

Por esto mismo más que al hombre la moda apasiona a la mujer. El hombre y la mujer desde los tiempos más remotos y a partir de los primeros relatos de la Biblia en Adán y Eva se dan cuenta que no tienen, es decir que no están vestidos. Inmediatamente buscan cubrirse con hojas y después seguramente con pieles de animales. Se puede decir que los primeros padres de la humanidad iniciaron así el concepto del vestido.

En esta época de la modernidad vestirse es importante tanto como lo ha sido en siglos pasados, épocas en el período de Luis XV y María Antonieta serán recordadas siempre por la exhuberancia y lujo en los vestidos y cabellos no sólo de mujeres sino también de hombres. Y es que con el vestido expresamos nuestra personalidad, valores y espíritu. Además con el vestido anunciamos nuestra pertenencia a una u otra clase social. La vestimenta definitivamente refleja el pensamiento de una persona y por ello mismo el acto de vestirse o de adoptar un estilo personal propio no es algo de deba tomarse tan a la ligera.

Ser y vestirse

El vestido tanto para el hombre como para la mujer tiene una función expresiva muy particular. En el caso de la mujer cada una busca expresar sus gustos, finura o ausencia de espíritu, valores o no que rigen la vida. Cuando la mujer se viste y acicala su imagen, el motivo que debería moverla no debería ser exhibir un cuerpo lindo y bien conservado por las dietas o los ejercicios, sino más bien el inspirar a través de su buen gusto y decoro a otras más jóvenes a ir tras la búsqueda de la verdad, manifestada en su arreglo personal. Sólo las mujeres podemos hacer esto y enseñarlo a otras.

A manera de ejemplo se puede mencionar que los animales no se visten porque no son capaces, en sentido radical, de tener. Además de esto, ellos no tienen nada que expresar pues no esconden nada, ni tienen que pasar esta o aquella prueba en sociedad. En realidad la exterioridad en el sentido propio de la palabra sólo la puede tener aquel que posee una interioridad. Y es el ser humano constituido por una unidad substancial de cuerpo y espíritu el único que puede vivir una interioridad desde su sexualidad masculina o femenina.

Es precisamente y aunque suene repetitivo como de acuerdo a esa finura de ser interior el hombre o la mujer se visten, son creativos con su arreglo personal y su forma de presentarse exteriormente al mundo. Si en ese interior hay valores vivos el resultado será una presencia que encanta, llena de buen gusto y elegancia. Si por el contrario se va por el mundo comprando todo lo que esta de moda sin considerar el mundo interior, el resultado exterior anunciará frivolidad y vacío.

Por eso se podría aseverar la frase “vístete y muéstrame tu dentro”. Ya que el vestido, la ropa, sirve para que cada uno exteriorice del modo en que a mi me parezca, lo que soy por dentro. Con lo que me ponga como mujer busco ser vista, llamar la atención de una forma provocativa o por el contrario inspirar respeto. Con el vestido puedo dejar las piernas al descubierto con una minifalda o cubrirlas para cuidar el interior. Como mujer si tengo un cuerpo lindo, no importando la edad que tenga, puedo decidir hasta donde voy a mostrar y exhibirlo. Pero para poder ver claramente esto debo estar en íntima conexión con los valores que me he decidido a vivir

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