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| Lo que yo valoro
Ante estos datos, la sociedad ha reaccionado buscando implementar leyes que ayuden a cortar este cáncer social que tanto daño ha hecho en otros países. ¿Qué es lo que se propone? Restringir la venta de tallas pequeñas; prohibir la exhibición de modelos anoréxicas; e incluir información nutricional en las cartas y menús de todos los establecimientos que vendan bebidas y alimentos. Y ante tal propuesta sólo cabe preguntarse si esta será verdaderamente la solución.
Corremos el riesgo de sobresimplificar el problema dando soluciones externas que no llegan a la raíz del mismo. ¿Qué es lo que busca un joven cuando deja de comer? ¿Simplemente cambiar de talla? Y esto, ¿para qué? ¿En qué le beneficia? ¿No será más bien que se cae en estos malos hábitos debido a que vivimos en una cultura que valora a la gente según su apariencia física? Si bien es cierto, que las tallas 1 ó 0 pueden motivar a adelgazar, ¿por qué será que las tallas 10 o 12 no incentivan a engordar? Más que la talla en sí, lo que importa es el significado afectivo que se ha dado a cada talla.
Para entender el comportamiento de nuestros jóvenes y poderles ayudar, es importante tener en cuenta qué es lo que les mueve, no sólo en cuestiones alimenticias, sino en general. El ser humano se mueve por sus valores, aquí entendidos, no como una serie de virtudes, sino como algo que él considera valioso para sí. Si para mí es muy importante descansar, por ejemplo, valoraré todo aquello que me ayude a hacerlo. Si lo que me importa es saber mucho, entonces la cultura cobrará un mayor valor para mí, y mi comportamiento, ordinariamente, mostrará dicha preferencia. Si mi apariencia externa es lo que vale para mí, entonces haré todo lo que esté de mi parte por cuidarla, aunque vaya en detrimento de otras cosas valiosas en sí, pero que no lo son tanto para mí. |
Descubrir la razón de fondo |
El sistema de valores de cada persona es sumamente importante, porque es lo que en última instancia la moverá en la vida. Desde las grandes decisiones hasta los más pequeños detalles están regidos por lo que es importante para cada uno. Aún cuando actuamos acatando una norma o ley, lo hacemos según nuestro sistema de valores: la acato porque para mí es importante guardar el orden y obedecer a la autoridad, o no la obedezco porque simplemente la autoridad no tiene ningún valor para mí. Respeto al otro, porque como persona, tiene una dignidad para mí, o no lo hago, porque para mí no tiene ningún valor. |
| El sistema de valores personal se va interiorizando conforme se va creciendo. De niño, por lo general, se siguen los valores de los papás: lo que es importante para la mamá, lo suele ser para el hijo. Pero a medida que el hijo crece, muchas otras instancias van ejerciendo su influjo sobre él: el colegio y los compañeros empiezan a dejar su huella, al igual que los medios de comunicación social, que al enaltecer algo, presentándolo como “cool”, lo convierten en importante para toda una generación, o al ridiculizar otras realidades automáticamente hacen que el joven les reste valor en su vida. Ejemplos existen muchos, basta analizar la manera como el matrimonio y la familia han sido presentados en las últimas décadas, como un lugar aburrido, donde se maltrata a la persona, ante lo atractivo que se suelen mostrar otros estilos de vida. No es de extrañar que entre las nuevas generaciones el matrimonio y la familia no siempre figuren dentro de sus valores más altos como solían hacerlo.
En modo de presentar a lo valioso
Ante esta realidad, es necesario equipar muy bien al joven para que no se deje manipular adquiriendo los valores que otros desde fuera le quieren imponer. Es importante que él mismo aprenda a discernir qué cosas son valiosas en sí mismas, y cuáles no lo son, por muy atractivas que se las presenten. El joven muchas veces no cuenta con el criterio para hacerlo. Es necesario acompañarlo en su camino para iluminar los escollos por donde puede caer y para ayudarle a encontrar una solución sana y adecuada a las múltiples necesidades que se le presentan en esa edad. |
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